Los sonidos nos ayudan a comprender toda la realidad conocida y a interactuar con ella. La especie humana -al igual que la mayoría de los demás animales-, es capaz de emitir y percibir sonidos, donde la percepción está relacionada con la comprensión, y la emisión con la expresión.
Para un ser humano, la importancia de poder expresarse -sea cual sea la manera- es incalculable, desde el momento en que nacemos, hasta el momento de nuestro deceso. Muchas veces, oímos que "todas las personas tienen derecho a expresar sus sentimientos". Esa frase dista mucho de la realidad. Sufragar es un derecho. Informarse es un derecho. Pero la expresión de nuestros sentimientos no es derecho, en realidad es una completa necesidad, al igual que comer o dormir. Si no comemos ni dormimos, nuestro cuerpo puede dejar de funcionar, en otras palabras 'desactivarse', o morir. Por esa razón, comer y dormir son necesidades básicas o vitales del cuerpo. Pero nuestra humanidad no está formada sólo de cuerpos; y aquí es donde juega un papel muy importante la expresión, pues la expresión es la necesidad básica del alma y prácticamente su única y gran necesidad. Esta simbiosis tan perfecta entre alma y cuerpo, hace posible que podamos utilizar la capacidad de emitir y percibir a nuestro favor. A favor de la expresión.
Sin embargo, existe una tercera capacidad humana, que es la llave que abrirá las puertas de nuestro complejo almacén de sentimientos, para que éstos salgan al mundo. Y esa capacidad es la Configuración, es decir, ordenar y dar figura a las distintas variables. Gracias a esta extraordinaria herramienta, podemos darle nombre al denominador común de muchas y particulares formas de expresión humana. Este denominador común, tiene un nombre sencillo y maravilloso: Arte.
Anteriormente mencioné la capacidad de percepción y emisión, pero el verdadero arte comienza cuando configuramos lo que percibimos y emitimos. Veamos los siguientes ejemplos:
- Un músico es capaz de configurar y ordenar los sonidos, para producir música. Es lo que se conoce como composición. Para eso dispone de instrumentos musicales.
- Por su parte, un pintor puede configurar los colores y producir una pintura; para eso dispone de óleos y lienzos.
- También podemos observar al poeta, cuya habilidad de configurar el lenguaje, se traduce en poemas, para la cual dispone de todo el vocabulario conocido.
Es indudable que todos nosotros alguna vez hemos disfrutado una pieza de música, nos hemos maravillado contemplando una pintura, o nos hemos conmovido con los versos de un poema. Y esto se debe a que la percepción de todas estas expresiones artísticas, están relacionadas con el placer, el bienestar y buenas sensaciones. Por ejemplo, al escuchar una pieza de música de nuestro gusto, se activan las sustancias corporales que nos provocan sensaciones placenteras. Obviamente, una misma pieza musical, puede causar diferentes sensaciones en diferentes personas, pero lo importante es que al escuchar, estamos conociendo parte del alma del compositor, y es aquí donde me quiero detener:
La música es expresión pura del alma, y no de la mente. Llegué a esa convicción debido a una simple interrogante que me manifestaron hace algún tiempo atrás. Ocurrió que estaba mostrándole una reciente composición a cierta persona, y a lo que éste termina de escucharla, me pregunta: ¿Y no has pensado en hacer algo más rápido y animoso? En tan solo fracciones de segundo, me fue inevitable especular sobre la intencionalidad de la pregunta, sin embargo, mi respuesta en ese momento fue un escueto e inseguro, "no". Mas tarde, me puse a meditar profundamente en aquella sencilla e inocente pregunta, y en mi respuesta. ¿Por qué dije que no, cuando yo sabía que ya había incursionado anteriormente, en lo que él llamaba "rapido y animoso"? Justo en ese momento, descubrí que mi respuesta había sido acertada de todas formas. Repetí mentalmente su pregunta: "¿Has pensado en hacer....? Me convencí de que la respuesta debía ser un "no" rotundo. Y es porque la música realmente no se piensa. Se siente. Viene de lo más profundo de nuestro corazón, y representa parte de nuestro 'ser'.
Bajo la premisa de que la expresión es una necesidad como comer o dormir, todos deberíamos ser consumados artistas. Si buscamos esa realidad, lamentablemente nos daremos cuenta de que no es así. La explicación a la que he llegado personalmente, tiene su origen en una sencilla relación de causa-efecto.
En situaciones ideales, ocurrirá lo siguiente:
- Aquel que tenga la necesidad de alimentarse, se alimentará. El que no tenga la necesidad, no lo hará.
- Aquel que tenga la necesidad de dormir, dormirá. El que no tenga la necesidad, no lo hará.
Con la idea de que el arte=expresión, podemos llevar estas situaciones, de igual manera al campo artístico, deduciendo que, desarrollará mas habilidades artísticas durante su vida, aquel que tenga una mayor necesidad de expresarse a través de esos medios, y eso depende de múltiples factores.
En Conclusión: todos podemos ser artistas, en la medida que sintamos una legítima y profunda necesidad de expresar los sentimientos que tenemos en el alma.Para un ser humano, la importancia de poder expresarse -sea cual sea la manera- es incalculable, desde el momento en que nacemos, hasta el momento de nuestro deceso. Muchas veces, oímos que "todas las personas tienen derecho a expresar sus sentimientos". Esa frase dista mucho de la realidad. Sufragar es un derecho. Informarse es un derecho. Pero la expresión de nuestros sentimientos no es derecho, en realidad es una completa necesidad, al igual que comer o dormir. Si no comemos ni dormimos, nuestro cuerpo puede dejar de funcionar, en otras palabras 'desactivarse', o morir. Por esa razón, comer y dormir son necesidades básicas o vitales del cuerpo. Pero nuestra humanidad no está formada sólo de cuerpos; y aquí es donde juega un papel muy importante la expresión, pues la expresión es la necesidad básica del alma y prácticamente su única y gran necesidad. Esta simbiosis tan perfecta entre alma y cuerpo, hace posible que podamos utilizar la capacidad de emitir y percibir a nuestro favor. A favor de la expresión.
Sin embargo, existe una tercera capacidad humana, que es la llave que abrirá las puertas de nuestro complejo almacén de sentimientos, para que éstos salgan al mundo. Y esa capacidad es la Configuración, es decir, ordenar y dar figura a las distintas variables. Gracias a esta extraordinaria herramienta, podemos darle nombre al denominador común de muchas y particulares formas de expresión humana. Este denominador común, tiene un nombre sencillo y maravilloso: Arte.
Anteriormente mencioné la capacidad de percepción y emisión, pero el verdadero arte comienza cuando configuramos lo que percibimos y emitimos. Veamos los siguientes ejemplos:
- Un músico es capaz de configurar y ordenar los sonidos, para producir música. Es lo que se conoce como composición. Para eso dispone de instrumentos musicales.
- Por su parte, un pintor puede configurar los colores y producir una pintura; para eso dispone de óleos y lienzos.
- También podemos observar al poeta, cuya habilidad de configurar el lenguaje, se traduce en poemas, para la cual dispone de todo el vocabulario conocido.
Es indudable que todos nosotros alguna vez hemos disfrutado una pieza de música, nos hemos maravillado contemplando una pintura, o nos hemos conmovido con los versos de un poema. Y esto se debe a que la percepción de todas estas expresiones artísticas, están relacionadas con el placer, el bienestar y buenas sensaciones. Por ejemplo, al escuchar una pieza de música de nuestro gusto, se activan las sustancias corporales que nos provocan sensaciones placenteras. Obviamente, una misma pieza musical, puede causar diferentes sensaciones en diferentes personas, pero lo importante es que al escuchar, estamos conociendo parte del alma del compositor, y es aquí donde me quiero detener:
La música es expresión pura del alma, y no de la mente. Llegué a esa convicción debido a una simple interrogante que me manifestaron hace algún tiempo atrás. Ocurrió que estaba mostrándole una reciente composición a cierta persona, y a lo que éste termina de escucharla, me pregunta: ¿Y no has pensado en hacer algo más rápido y animoso? En tan solo fracciones de segundo, me fue inevitable especular sobre la intencionalidad de la pregunta, sin embargo, mi respuesta en ese momento fue un escueto e inseguro, "no". Mas tarde, me puse a meditar profundamente en aquella sencilla e inocente pregunta, y en mi respuesta. ¿Por qué dije que no, cuando yo sabía que ya había incursionado anteriormente, en lo que él llamaba "rapido y animoso"? Justo en ese momento, descubrí que mi respuesta había sido acertada de todas formas. Repetí mentalmente su pregunta: "¿Has pensado en hacer....? Me convencí de que la respuesta debía ser un "no" rotundo. Y es porque la música realmente no se piensa. Se siente. Viene de lo más profundo de nuestro corazón, y representa parte de nuestro 'ser'.
Bajo la premisa de que la expresión es una necesidad como comer o dormir, todos deberíamos ser consumados artistas. Si buscamos esa realidad, lamentablemente nos daremos cuenta de que no es así. La explicación a la que he llegado personalmente, tiene su origen en una sencilla relación de causa-efecto.
En situaciones ideales, ocurrirá lo siguiente:
- Aquel que tenga la necesidad de alimentarse, se alimentará. El que no tenga la necesidad, no lo hará.
- Aquel que tenga la necesidad de dormir, dormirá. El que no tenga la necesidad, no lo hará.
Con la idea de que el arte=expresión, podemos llevar estas situaciones, de igual manera al campo artístico, deduciendo que, desarrollará mas habilidades artísticas durante su vida, aquel que tenga una mayor necesidad de expresarse a través de esos medios, y eso depende de múltiples factores.